No se trata de “vender” terapias, sino de hacer que las personas correctas sepan que existís y entiendan cómo podés ayudarlas.

1. Boca a boca bien dirigido

• Pedí referencias a pacientes satisfechos, pero con una frase clara: “Si conocés a alguien con [problema X], podés pasarle mi contacto.”
• Tené siempre a mano una tarjeta digital o enlace de WhatsApp.

2. Presencia profesional en redes

• Elegí 1–2 temas e insistí en ellos: ansiedad, dolor crónico, insomnio, etc.
• Publicá contenido educativo sencillo: antes/después de un proceso, tips concretos, respuestas a dudas frecuentes.
• Agregá siempre un llamado a la acción: “Si te sentís identificado, escribime por privado.”

3. Mensajes privados sin invadir

• No persigas: respondé dudas, ofrecé una primera entrevista breve y dejá que la persona decida.
• Usá mensajes tipo: “Si necesitás, agendamos una consulta y lo vemos con calma.”

Un consultorio ordenado transmite seguridad y profesionalismo, tanto en lo físico como en lo digital.

1. Agenda clara

• Definí bloques de atención (mañana/tarde) y días específicos para ciertos tipos de consultas.
• Usá una única agenda “oficial” (Google Calendar, papel, lo que prefieras, pero una sola).

2. Historias clínicas y notas

• Tené una ficha básica para cada paciente: motivo de consulta, antecedentes, evolución.
• Protegé los datos: dispositivos con contraseña, nada de fichas tiradas por el consultorio.

3. Ambiente terapéutico

• Espacio limpio, sillas cómodas, iluminación agradable.
• Lo mínimo necesario a la vista: el resto puede estar guardado para no saturar al paciente.

Tu marca personal es la forma en que los pacientes te perciben antes de conocerte en persona.

1. Mensaje principal

• Definí en una frase qué hacés y a quién ayudás: “Ayudo a personas con ansiedad a recuperar el equilibrio psicoemocional.”
• Usá esa frase en bio de redes, web y materiales.

2. Imagen coherente

• Foto profesional, legible y cercana (no filtros raros, no selfies oscuras).
• Colores y tipografías coherentes entre web, flyers y redes.

3. Contenido educativo

• Enseñá cosas pequeñas pero útiles: un tip, una aclaración, un ejemplo.
• Mostrá casos genéricos (sin datos personales) para que la gente vea cómo trabajás.

4. Estilo premium sin exagerar

• Ser “premium” no es prometer milagros, sino mostrar seriedad, criterio y procesos claros.
• Mejor pocos servicios bien explicados que una lista interminable confusa.

Muchos terapeutas se frenan por errores que se pueden evitar con unos pocos ajustes.

1. No valorar tu tiempo

• Sesiones larguísimas, regaladas o llenas de “charla suelta” sin estructura.
• Solución: definí duración estándar y dejala clara desde el inicio.

2. No definir un público

• “Atiendo todo” suele significar que nadie sabe bien para qué consultarte.
• Elegí 1–2 problemas principales donde realmente aportás mucho valor.

3. Descuidar lo digital

• No tener datos claros de contacto, horarios, modalidad de trabajo.
• Asegurate de que, buscando tu nombre, se pueda encontrar cómo escribirte y qué hacés.

4. Prometer más de lo que corresponde

• Evitar frases tipo “cura garantizada”: generan desconfianza y posibles problemas.
• En cambio, hablá de procesos, de acompañamiento y de experiencias reales de mejora.